El devenir suele levantar muros prepotentes, que por su propia eficacia o nuestra resignación, quedan ahí, permanentes, sitiándonos en nuestra tierra y robándonos una vista agradable. Algunos muros son imprescindibles para preservar la existencia, y hay otros que, aunque construidos sin razón aparente, con frecuencia mantenemos y extendemos. El fantasma al otro lado determina su altura y solidez. Sin embargo, no son indestructibles, es posible saltarlos, e incluso derribarlos.
Como en los mapas y en la geografía, existen límites materiales y otros imaginarios. Una cadena montañosa será infranqueable según la manera elegida para atravesarla; existen pasos, cornisas, túneles, y a veces un baqueano indica un recorrido. Estos caminos no entregan garantías: son irregulares y con pocas señales. Pero es preciso transitarlos para recobrar aquella vista perdida, y acaso, descubrir alguna soñada.
1 comment:
Gracias, Iuri y grupo, por esta reflexión, estas vistas panorámicas que destilan sabiduría y una gran capacidad para explorar las fisuras, y no dejarse abrumar por las amenazas de problema.
Un abrazo cordial,
Pedro
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